Triste realidad

Soy colombiano de corazón y defiendo mi patria por convicción; sin embargo, duele el día a día nacional desde hace mucho tiempo, desde cuando los artífices de las redes sociales hicieron carrera con la célebre "lo importante es que hablen de usted, no tanto por su verdad sino por su relevancia para el público" lo que hace de sus protagonistas en su grande mayoría unos mediocres con frases fuera de foco o verdades a medias o lo que es peor con posverdades, palabra mal acuñada por su etimología.
Los políticos lideran ese escalafón y ahora también los funcionarios públicos, que sin importar su rango en la jerarquía institucional, hacen declaraciones a los medios o en sus redes, que deberían ser censuradas por su contenido y muchas veces por su redacción y ortografía. Siendo líderes públicos o representantes de sus instituciones deberían, ante todo, ser defensores de la verdad y de los valores que sus áreas de labor esgrimen en su publicidad y en sus documentos de plan estratégico.
El nepotismo, primer cáncer de nuestra democracia, los eleva a estos niveles de ´liderazgo´ y sus únicas cartas de referencia es "!ser hijo, sobrino o nieto de!" como si la experiencia e idoneidad se transmitiera por apellido o abolengo y que les da alas para proclamarse candidatos a presidencia, gobernación, alcaldía, corporaciones, etc. Tristeza de quienes ya desaparecieron y como decía mi abuela "sus padres deben estar retorciéndose en sus tumbas por lo que trajeron al mundo y los representa", ejemplo actual de dicha enfermedad, los Galán, los Lara, los Uribe, los Turbay, los Duque, y muchos más apellidos ilustres de otrora. De igual manera, los ascensos a oficiales de alto rango, simplemente, en muchos casos, porque son hijos o nietos de generales o almirantes y que construyen famosas ´generaciones o dinastías´ militares, los Naranjo, los Padilla, los Palomino, los Delgado, etcétera, etc.
Así mismo, sucede con los políticos que llegan al congreso y se eternizan en sus curules debidamente alimentados por el erario público y no solo obtiene pensiones en tiempo récord, sino que buscan la manera de mantener su dominio nacional o regional designando a dedo a su sucesor, quien casualmente es de su linaje directo o en el peor de sus casos familiar político de sus hijos, qué casualidad,
La pasividad nuestra, me refiero a la gran masa del pueblo, que somos adormecidos con los deportes nacionales: fútbol y ciclismo, en los mejores casos y me declaro defensor de ellos, contribuye a que sucedan estas aberraciones y se renueven las castas simplemente cambiando los nombres de pila, pero que mantiene y somete a la población a los caprichos y designios de estas familias ilustres que nos gobiernan y dominan a su antojo.

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